La vida con sentido…

“Tantos hombres hay que luchan sin consuelo, tantos hombres hay luchando sin sentido, tanta gente hay tirada en el camino, y que buscan la mirada de un amigo…”

Contaban de un gran muchacho que encontró el sentido de la vida… cavilando un poco, con calma y luego con desesperación, salta ante la realidad la cuestión de las cuestiones, ¿qué significará el sentido de la vida?… ¿hacia dónde voy?, ¿que espero alcanzar con ella?…

Un gran personaje de nuestros tiempos, Alberto Hurtado, sacerdote jesuita, predicador ardiente de la Doctrina Social de la Iglesia, fundador de Hogar de Cristo, educador de conciencias, comparaba la vida de las personas con un barco, un barco que salía de puerto seguro, ¿hacia dónde? no lo sabemos, eso dependía sencillamente de la dirección que le dé su capitán, que no es otro que la misma persona.

Hoy en día vale la pena parar de todos nuestros afanes, de nuestras urgencias, de nuestras distracciones y pensar, realmente esta vida que estoy edificando es la que generosamente me dará un futuro prometedor y me permitirá servir mejor a la sociedad. Y esta pararse a pensar debería repetirse casi diariamente, pues observando nuestra realidad cercana, la juventud nos demuestra que no edifica. La juventud puede ser clasificada de tres maneras:

Juventud que destruye: aquella que basa su vida en cosas temporales, como diversión y excesos, jamás podrá tener como objetivo en su vida ser útil a los demás.

Juventud Indiferente: aquella que plantea sus metas solo viendo los beneficios que puede obtener para hacerse feliz a si mismo


Juventud que construye: aquella que generosamente se involucra en la construcción de una nueva sociedad, que pone su vida y esfuerzos en la búsqueda del bienestar común y que precisamente por ese trabajo abnegado por servir es feliz.

La mayor cantidad de jóvenes actuamos de manera que nos encasillamos en el grupo de la juventud que destruye, por eso vivimos en ambientes en decadencia, en una sociedad que se deshumaniza, en donde los valores pasan de moda, en las que cada uno debe pensar solo en su placer y bienestar. Deberíamos ir mas allá, “Cuántos van sin rumbo y pierden sus vidas… las gastan miserablemente, las dilapidan sin sentido alguno, sin bien para nadie, sin alegría para ellos y al cabo de algún tiempo sienten la tragedia de vivir sin sentido. Algunos toman rumbo a tiempo, otros naufragan en alta mar, o mueren por falta de víveres, extraviados, ¡o van a estrellarse en una costa solitaria! (El sentido de la vida, Alberto Hurtado)”. Hoy hay una necesidad imperante por descubrir a qué clase de juventud perteneces y que harás para cambiar o mantenerte.

Se vuelve un problema crítico el no entender la razón por la que nos encontramos en este mundo, no se ve la importancia de la misión encomendada y es por eso que este mundo se ve vacío y sin sentido. Es trágico este problema, no tener un rumbo o tenerlo pero que este sea equivocado.

Hoy más que nunca necesitamos repensar ese rumbo, pues las tendencias, modas y criterios hoy nos empujan a lo atractivo y fácil, por eso debemos tener claro de donde se parte, cual es el sentido que le daré a mi existir, de donde tomaré los criterios que le darán la base a mi vida, donde esta se edificará.

La vida tiene un sentido, no fuimos una creación aleatoria del universo, estamos creados para una misión que solo cada uno de nosotros está llamado a realizar, y si no lo hacemos nosotros nadie más lo hará.


Ante la necesidad de cambiar lo malo que hay en este mundo, surge la urgencia no de plantear más leyes, reformas, incentivos, urge la necesidad de darle sentido a la vida. Ese sentido que puede cambiar la pieza más importante en la edificación de una sociedad de bienestar.

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