Una crítica a la forma de hacer empresas y emprendimiento
Logo Nutrisafe, propiedad exclusiva de autores del proyecto.
Recordando en estas últimas semanas un episodio un tanto desalentador que ocurrió en mis años de alumno universitario. Cursaba la materia denominada “Emprendimiento”, no tengo nada que criticar ni al profesor, ni al pensum ni a mis compañeros, estuvieron tan a la altura que pude aprender mucho de ellos. Sin embargo hay un hecho que quiero relatar y tiene que ver con el proyecto que todo alumno de la materia debe hacer.
Se
nos encomendó la tarea de plantear un proyecto para desarrollar nuestra
habilidades escondidas de emprendedores, ser los próximos emprendedores que
tuviera el país o ser los nuevos creadores de plazas de trabajo en nuestro país
y traen consigo el crecimiento económico. Mis compañeros y yo buscamos entre
muchas opciones el proyecto innovador, que pudiera entrar en el mercado y
obtener rápidamente parte de él y también para deslumbrar con un trabajo
elegante a nuestros compañeros y profesores.
Por
fin nos decidimos por “Nutrisafe”, una empresa que se dedicaba a la producción y
exportación de broccoli orgánico a la Unión Europea, nuestra idea estaba
centrada en resolver ciertos problemas del agro ecuatoriano, buscando generar
los incentivos necesarios para potenciarlo. Sin embargo, la idea era un poco
ambiciosa y pretenciosa, ya que lo que se deseaba era agrupar a campesinos de
un sector, asesorarlos, hacer de intermediarios, controlar sus procesos de certificación
y mejorar todos los procesos productivos. Esta fusión se lograría mediante la implementación
de un modelo participativo cuyo
principal objetivo era “MAXIMIZAR EL BIENESTAR SOCIAL”. Nunca supimos, por lo
menos teóricamente, si era posible realizarlo. El proyecto fue presentado
frente a dos expertos emprendedores reconocidos en lo que hacían. El
comentario al proyecto fue el siguiente
(más o menos así, se ha censurado parte de las expresiones por considerarse
inapropiadas por el autor): “Su proyecto no sirve, pues su primera preocupación
como emprendedores DEBE ser generar beneficios, ya cuando los tengan ahí pueden
pensar en cosas así como la responsabilidad social, ayudar a fundaciones,
mientras tanto creo que su proyecto no cumplirá lo objetivos y ustedes perderán,
deben recordar que si no hay dinero no hay nada”.
No
es mi interés criticar a estos expertos, pues es un pensamiento arraigado en
nuestro medio. Los inversores juzgarán un proyecto por la tasa de retorno del
mismo, la exposición al riesgo de la actividad o buscaran tomar sus decisiones
en la alternativa que permita alcanzar los mayores beneficios, etc., reglas hoy
utilizadas para discriminar la aceptación de los proyectos. Cosa que considero
incorrecta ya que el emprendedor puede buscar mediante la innovación y
creatividad maximizar tanto su beneficio como el de la sociedad.
Como
mencionaba al inicio, recordando el hecho venía a mi memoria aquella frase de Iván
Boesky[1]: “Por
cierto, la avaricia es buena. Quiero que todo el mundo lo sepa. Creo que la
avaricia es sana. Puedes ser avaricioso sin dejar de sentirte bien contigo
mismo”, considero que en esta frase se resume gran parte del
pensamiento actual en la que descansa los deseos y objetivos de las empresas y
emprendedores. Es muy fácil comprobarlo, en distinta partes del mundo podemos
escuchar hechos relacionados a competencia desleal, destrucción del medio
ambiente, empresas por lograr el dominio total del mercado, entre otras.
Parece
que en nuestra actualidad a la hora de hacer empresas necesitamos guiarnos por
el modelo MMPRDC (Make More Profit and the Rest Don’t Care)[2],
pues lo que importa no es lo que pueda aportar al mercado, sino lo que el
mercado me puede dar y que puedo hacer yo para que cada año mis beneficios sean
mayores. Como resultado a esto tenemos procesos en los cuales las ganancias van
para pocos mientras que las pérdidas al final son socializadas. Es importante y
muy necesario el cambio del enfoque que puedan darle a la creación de empresas
y emprendimientos. Se debe cambiar aquel sentido de empresa y buscar uno que
conduzca a resultados más beneficiosos para el ser humano.
El
cambio de este paradigma empieza por los estudiantes que deben empezar por
cuestionar la manera de plantear proyectos, deben alinear sus objetivos económicos
y sociales para generar proyectos que cambien realidades y tengan un efecto
dinamizador que no conduzca al crecimiento económico sino que busque el
desarrollo integral. El cambio también debe nacer de las escuelas de negocios,
ellas tienen una importancia enorme en este propósito, ya que ellas funcionan
como intermediarias entre la academia y la sociedad. Desde ahí, se debe hacer crítica
al sistema, se debe plantear una manera distinta de hacer negocios, desde ahí debe
nacer un modelo de participación en el que trabajen en la creación de sinergias
los alumnos, las universidades y la sociedad, desde esta óptica se pueden
resolver más y mejores problemas y se puede inundar el mercado con planes o
proyectos empresariales basados en los pilares de las sostenibilidad.
El
desafío está planteado, depende mucho de cómo lo enfoquemos en los siguientes
años, de la forma en que retomemos el problema, lo critiquemos y busquemos una
mejor salida, al final existe una manera más ética para los negocios que está
lejos de solo ver beneficios, pero que no los olvida. Se deja planteado el
debate, ante un problema que urge, somos parte de la solución, todo está en
cuestionarnos.
“…Cuando
el ser humano se sirve de su capacidad de conceptuar olvidándose por completo
de tener los pies en el suelo y de utilizar el sentido común, puede para de
todo”[3]
[1]Financiero. Fue ascendiendo rápidamente, logrando crear un
imperio basado en sus excepcionales capacidades para las finanzas. Fue
condenado por fraude, se le prohibió el ejercicio de las finanzas para el resto
de su vida.
[2]Florence Noiville. “Soy
economista y os pido disculpas”
[3] “Soy
economista y os pido disculpas, Capítulo VI: “¿Y qué hay del sentido?”
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